Cada vez es más habitual entrar en un restaurante y encontrar la siguiente imagen:
Una mesa compuesta por los padres, hablando entre ellos, y los niñ@s entretenidos con algún aparato tecnológico, callados, sin ser partícipes de la conversación de sus padres.
Esta situación se está normalizando, siendo raro el día que algún amigo, conocido o familiar no te sugiera: “¿por qué no le das el móvil y así podemos hablar?”
Es verdad que con estos dispositivos casi podemos ir a cualquier parte sin que los niños llamen la atención, pero la lección que están aprendiendo en ese momento, no les va a beneficiar en su desarrollo social y en su autoestima.
Antes de que los móviles o tablets se convirtiesen en un instrumento habitual de nuestro día a día, l@s niñ@s eran parte de las conversaciones de su familia, sacando inferencias, opinando y evocando lo que les había podido ocurrir esa semana en el colegio.
Al terminar de comer, salían a la plaza o calle, donde sus padres desde la mesa los pudieran ver, y jugaban con otros niños de las mesas de alrededor.
Si les hacemos más partícipes y les permitimos que sean parte de las conversaciones familiares, estaremos además de favoreciendo su desarrollo social, potenciando las siguientes habilidades:
No debemos esperar a cierta edad para tener en cuenta estas ideas, sino aplicarlas desde que son muy pequeños, limitando el uso de los dispositivos tecnológicos para momentos que no sean destinados a compartir con la familia.